Sonreír a la vida (Lucky)

    Lucky nos adentra en la vida de un anciano magistralmente interpretado por Harry Dean Stanton y celosamente pensado por John Carroll Lynch, que nos acompaña los 88 minutos de la película mientras le vemos hacer sus ejercicios, resolviendo crucigramas o cantando en la fiesta de cumpleaños de Juan.

    El tiempo parece no pasar para Lucky, lejos de perder salud, a pesar de fumar un paquete de tabaco y beber alcohol a diario, el tiempo parece haber embalsamado al anciano. A través de una secuencia de montaje muy sutil, la de la cafetería, Lynch nos enseña que el tiempo para, aunque a Lucky parezca no afectarle.

    Lucky vive ajeno a la realidad de la muerte, cualquier atisbo del tema que entre en su vida es descartado de inmediato; apagando la televisión cuando aparece un anuncio de seguros, increpando al abogado que se encarga de los testamentos de sus amigos, etc.

    Sin embargo, un día como cualquier otro por la mañana, Lucky se cae en la cocina de su casa. Un punto de inflexión, que antes de hacerle recapacitar sobre la muerte, le hace recapacitar sobre la vida. Y desde este momento se produce la sinergia de dos realidades muy opuestas entre sí: la inexorabilidad de la muerte y la vitalidad y energía de un anciano de 90 años.

    A pesar de confesar su mayor secreto: el miedo a la muerte, Lucky prefiere no hacerle frente, y siempre que se encara a ella, trata de buscar una respuesta que le guste, pero no la hay. Al final, Lucky pone de manifiesto lo que ha estado buscando durante toda la película, hace un discurso en el bar delante de todos sus amigos en el que acepta que la muerte es el final irremediable y alega que la única forma de lidiar con esa realidad es sonreír en vida.


    Os dejo aquí el tráiler porque esta película merece muchísimo la pena, a ver si el tráiler os motiva a verla:






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