La caída de Babilonia (BABYLON)

 


    Si en 1952 Damien Chazelle hubiese planteado a Paramount Pictures filmar esta película jamás la hubiéramos visto, pero sí vimos Singin' in the rain. Ambas películas tratan el mismo tema: el cambio del cine mudo al sonoro y su impacto en la industria cinematográfica. Un impacto que afecta a todos y cada uno de los trabajadores de la industria, no importa que seas director, productor, actor o meritorio. Y el conflicto está servido: o te adaptas al cambio o te mueres (literalmente).

    Singin' in the rain nos contó este profundo cambio obligándonos a mirar con una lente de colores, a través de las cuales vimos un romance, canciones y bailes. Vimos como los buenos tienen un final feliz y como los villanos sufren un trágico final. ¿Qué otra cosa cabría esperar de una película en 1952?

        Damien Chazelle nos quiere contar lo mismo pero quiere que lo veamos de otra manera, quiere plantear una película totalmente diferente, que no deje a nadie indiferente y nos lo va a dejar bien claro desde el primer momento: con la escena del elefante. Babylon nos muestra los vicios y excesos de Hollywood durante los años 20, todo se puede hacer con dinero pero nada de lo que puedas hacer con él te hará más feliz de lo que puedas hacer sin él. 

    Una vida de vicios y excesos solo te puede conducir a un final, a uno trágico. Puedes dejarte consumir o apartarte antes de que sea demasiado tarde. En Babylon tenemos a cuatro protagonistas, dos consiguen salvarse y dos no. Son cuatro historias que se cruzan en muchos puntos durante el camino, cuatro personajes que llegan a tocar el cielo, a lo más alto. Pero no todo dura para siempre y al igual que Babilonia puedes desaparecer...

    Me quedo con la actuación de Brad Pitt y varias de las frases que dice su personaje, que por mencionar alguna de ellas sin hacer spoiler... ''¿Alguna vez has estado en un rodaje? Es el lugar más mágico del mundo''. Esta y muchas más que seguramente el propio actor haya dicho en su vida personal en más de una ocasión. 

    Cierro hablando del final que es una auténtica locura. Damien Chazelle consigue romper la cuarta pared, la quinta y la sexta, y la mente a más de un espectador (me incluyo). La escena final rompe la línea espacio-temporal de la narrativa que se nos plantea con Mani y salta a nuestro presente, entonces el propio Damien Chazelle y el espectador se convierten en el personaje de Mani y vemos como pasa todo de golpe, como cuando te mueres, y justo la película se está muriendo (acabando) en ese momento. Una secuencia que parece un videoensayo, un final de película que busca crear un movimiento: volver a llenar las salas de cine.




 

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